martes, 5 de diciembre de 2006

de Leonor para Alberto






















Cuando supe
subí a la soledad de mi terraza
Ahí estaban la noche y las matas.

Leonor Fry
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sábado, 2 de diciembre de 2006

en paz

Montaje - foto celular


Rodrigo Fernández Bahamón
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miércoles, 29 de noviembre de 2006

cada niño con su boleta

Me uno a ustedes en la búsqueda de un espacio que nos permita expresarnos. Envío algo que escribí a mi papá en la tarde de hoy.

Un abrazo, María Riaño
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Con una inmensa sonrisa burlona y en medio de una carcajada me mirabas y me decías: “Cada niño con su boleta” ¡Qué tanta razón tenías!. Lo que nunca te esperaste es que te saliera tan barata y que ocuparas el mejor lugar para disfrutar la función. Cuando tu diminuto cuerpo era visible no podías estar (aunque lo quisieras) en todos los lugares a la vez. Es cierto que tu cabeza nunca paró de maquinar, de ingeniar, de crear, pero aunque lo hubieras querido no habrías podido lo que ahora.

Desde el lugar privilegiado en el que habitas, desde el lugar que sólo pueden ocupar personas como tú, ahora puedes abarcarlo todo, verlo todo, vivirlo todo. Puedes estar en el páramo, ser parte del agua, del oxígeno. Puedes caminar las ciudades, habitar los espacios y vivir sin muros. Puedes oírme sin que te hable, sentirme sin que te toque, amarme como te amo.

Sólo desde el lugar en el que estás ahora comprenderás que tus luchas no fueron en vano; que estamos cargados de tu energía, de tu alegría, de ti.

Ay¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ PAPÁ. Que envidia te tengo, que afortunado eres… pero cuanto te extraño.


TE AMO.
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martes, 28 de noviembre de 2006

Quince dias...

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Y la primera imagen que hice cuando recibí la noticia:


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sábado, 25 de noviembre de 2006

Alberto en La Calera, 1993

Empezamos piedra por piedra, por la piedra que nos dá, soñando de una catedral donde cabemos todos.

Catherine RIOS GUTBUB

jueves, 23 de noviembre de 2006

el texto de Rodrigo

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Foto: Rodrigo Fernández B



Habiendo compartido un profundo y prolongado suspiro de dolor, con las tantas personas que sentimos su partida, extiendo mi abrazo con estas palabras, escritas la tarde que se subió a la montaña para acompañar a Riaño hasta el cielo.

Que no nos falte ni aquí, ni en el lugar en el que se encuentra.

Tarde que temprano, las luces que puso en el camino del destino, nos alumbraran las múltiples rutas que marcó en nuestra suerte.

No se fue tan rico, para dejarnos tan pobres.

Se nos fue Alberto Riaño.

No se despidió de nadie, no pidió permiso, no merecía sufrimiento ni dolor alguno, se fue a la voz del último llamado para abordar la nave del nuevo viaje, de este misterioso y especial adiós, sin tener que rendirle cuentas a nadie.

Así tenia que ser, ni siquiera él sabia que su risa y energía -puntuales y severas, siempre proyectadas hacia delante- serian truncadas por el simple placer del agua y el fuego en el sagrado rito del baño.

Compartía con cientos de amigos y personas que estuvimos en vida y obra, algunas veces batallando, otras, simplemente disfrutando en las múltiples formas de la vida. Justamente allí es en donde nos coloca, con sus ensambles y soldaduras, en el frio, duro y poético filo de la vida. No en vano ha replantado un bosque en nuestro entorno y existencia, sólido y metálico, diáfano y paramuno.

Se nos fue Riaño pero no para dejarnos solos, auque así nos sintamos, tal vez para hacernos un campito allí, a donde quiera que fue.

Ahora que nos duele tanto, sabemos que iremos junto a él, porque nos abrió un campito en las buenas y en las duras, porque tarde que temprano iremos a tocar a su puerta, que muy seguramente ha forjado, para recibirnos en este y otros lugares. También para encontrar a nuestros muertitos y ponerlos a bailar al son de nuestro llanto.

Gracias Riaño. Yo lo vi, y estoy seguro que usted nos vió en su última gran convocatoria, en abrazo fraterno y profundo, dirimiendo pesares, atónitos, aferrados unos a otros, todos en uno, al unísono ritmo de estos pálpitos, a la voz del coro de su silencio plácido.

A sus padres, a Diana, a María, Alejandro y Santiago, familiares y amigos que sentimos su vacío, pero también su presencia.

Alberto Riaño nos abraza nuevamente para siempre.

Rodrigo Fernández B.
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Foto-montaje cámara de celular. Parque Museo del Páramo. La Cumbrera - La Calera. R. F. B.

martes, 21 de noviembre de 2006

Albertico mijo! (como me gustaba saludarlo)

Un sitio para visualizar su memoria. Una "curaduria" amistosa donde podremos ir viendo quién fue, qué hizo y cómo lo recuerdan sus amigos.

Mauricio Cruz
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